¿Situará la DANA el cambio climático en el centro de las políticas?
Cuando suceden fenómenos meteorológicos tan extremos como la DANA que la semana pasada golpeó especialmente el País Valencià, el cambio climático y la necesidad de afrontarlo reaparecen en el primer plan de la agenda política y mediática. Ahora bien, habitualmente este efecto se desvanece al cabo de unas semanas o, a lo sumo, pocos meses, sin que necesariamente las respuestas políticas a medio y largo plazo vayan alineadas con la adaptación a la emergencia climática. La duda es si esto se repetirá después de un temporal que ha provocado centenares de muertes o si esta vez viviremos un punto de inflexión.
De entrada, conviene subrayar que a pesar de los discursos negacionistas propagados en buena parte por la extrema derecha existe un notable consenso ciudadano sobre la gravedad y la importancia del cambio climático. Así, por ejemplo, lo encuesta Òmnibus de la Generalitat de Catalunya publicada la semana pasada por el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) muestra como los catalanes consideran que el cambio climático es el “principal problema del mundo de aquí a 10 años“. En concreto, acumula un 28% de respuestas, claramente por encima del 19% de la segunda opción, que es la pobreza, las desigualdades y los problemas sociales. Y el volumen es claramente superior entre los votantes de la CUP, Comuns, ERC e, incluso, Junts.
Paralelamente, según el Baròmetre Climàtic de Catalunya de 2023, también realizado por el CEO, el 86% de los catalanes están convencidos que el clima del planeta está cambiando por la crisis climática, mientras que el 69% opina que las consecuencias del cambio climático “serán muy graves”, un 17% va más allá y piensa que “hará desaparecer a la humanidad” y solo un 2% cree que “no pasará nada”. Ahora bien, a pesar de la contundencia de estos datos, las elecciones al Parlament del 12 de mayo supusieron un fuerte retroceso de las formaciones con medidas más claras para afrontar el cambio climático, como ERC, Comuns y la CUP y, en cambio, una mejora de PSC, Junts y PP, partidos que no cuestionan el actual modelo socioeconómico.
La distancia entre la preocupación por el clima y el voto
A la hora de explicar este hecho, el investigador en energía y clima del Observatori del Deute en la Globalització (ODG) Alfons Pérez apunta que “una cosa es reconocer que hay un problema global y otra cosa es ir a las medidas concretas”. Y en este sentido añade que tenemos “una sociedad del bienestar que está muy basada en un modelo socioeconómico que provoca” el cambio climático, lo que en parte explica la elige del voto.
Para la bióloga especializada en Ecología y Economía Social y Solidaria Eva Vilaseca “hay muchas capas” que pueden explicar este comportamiento electoral y una es que “el cambio climático lo vemos como una cosa muy grande, pero a veces un poco lejana y no vemos como nos afecta en la cotidianidad, a no ser que haya acontecimientos como la sequía, una DANA o un gran incendio”. Vilaseca, que también es miembro de la Assemblea Catalana per la Transició Ecosocial, suma a esto que “el problema es que tampoco hay propuestas políticas reales y ganadoras ante la crisis climática”.
Según ella, el cambio climático “no está politizado, lo han vaciado de contenido”, puesto que acumulamos décadas durante las cuales “lo han trasladado a una esfera muy políticamente correcta que no interpela a muchos poderes económicos y políticos”. Con todo, Vilaseca matiza que “es cierto que momentos de crisis” como este, que irán a más en un futuro, “pueden politizar más la cuestión climática” y hacer aflorar “malestares que ya existen hoy”.
Organización para incidir
Ahora bien, para que esto impacte a nivel político y electoral, Vilaseca considera necesario que “haya movimientos sociales organizados” que puedan aprovechar estos “momentos de crisis y de sensibilización” para “presionar a las instituciones”. “Ahora la gente está sensibilizada, pero hace falta que el ecologismo esté organizado y pueda influir en el relato, hay que tener claro cuáles son nuestras propuestas y organizar nuestras respuestas para poder incidir”, detalla. Con todo, lamenta que para ella “ahora mismo no hay ningún partido ganador que esté a la altura de lo que exige la crisis climática“.
Alfons Pérez, del ODG, cree que episodios como la actual DANA pueden “polarizar” a nivel electoral y que “haya cierta concienciación en una parte de la población, que vote más a partidos que quieran afrontar cambio climático”, pero a la vez “también penetran los discursos negacionistas de la extrema derecha”. En cualquier caso, sí que considera que en el caso catalán “puede haber una mayor presión ciudadana contra macroproyectos como la ampliación del aeropuerto del Prat o el complejo Hard Rock“. Y recalca que esta presión puede llegar tanto “por el factor ambiental, como por la inversión pública que implican, que se ve cuestionada y tendría que canalizarse hacia otros temas, como la mitigación o adaptación al cambio climático”.
Reducción de emisiones
Para Eva Vilaseca, “Catalunya necesitaría hoy un Govern claramente ecologista y que se tomara seriamente y como primera prioridad la emergencia climática, pero esto no hay nadie que lo esté proponiendo”. En este sentido, se muestra convencida de que “si esto se propusiera, hay una predisposición muy grande entre la población” a apoyarlo y aboga por articular “propuestas políticas ilusionantes de un cambio de modelo, que supongan planificar nuestra economía de otro modo“. A corto plazo, como Pérez, considera que “se tendría que parar la burrada que supone ampliar el aeropuerto del Prat”, porque “no hay consenso social” para agrandar la infraestructura y “con la DANA es absolutamente suicida plantearlo”.
Finalmente, Pérez comenta que para prepararse de cara a futuras danas u otros fenómenos que el cambio climático agravará “hace falta una mayor planificación para adaptarse” y esto “comporta medidas duras a nivel de infraestructuras, pero también en cuestiones como el modelo industrial, muy basado en el automóvil y la agroindustria, que tendría que cambiar”. Además, aboga por explorar la “colaboración público-comunitaria” como vía de respuesta a fenómenos extremos: “si creemos que es una situación de emergencia, la población tiene que estar formada para responder y hay experiencias en el sur global donde con mucho menos recursos encontramos respuestas comunitarias muy potentes”.
Vilaseca, a su vez, plantea desde medidas “muy básicas que podrían hacerse ya”, como por ejemplo “parar los planes urbanísticos que hay ahora en zonas inundables”, a la “reducción de emisiones, que es un tema tanto o más urgente y que conlleva cambiar nuestro modelo económico”. “Esto pasa por repensar nuestra economía y habrá sectores que tendrán que decrecer, como el turismo o las macrogranjas y esto es un trabajo muy grande, pero es la única posibilidad que haya futuro en el nuevo contexto climático“, remata.