Relaciones tóxicas – Nortes | Centradas en la periferia
Encuentros breves con hombres repulsivos
Autor: David Foster Wallace
Versión y dirección: Daniel Veronese
Intérpretes: Jorge Bosch y Gustavo Salmerón
Off Niemeyer, 25 de octubre, Avilés
No conozco el libro de Wallace Entrevistas breves con hombres repulsivos –casi de título homónimo– que Veronese convierte en diálogos escénicos, “dramáticos”. Esta es la cuarta vez que lo hace tras la experiencia de Argentina, Chile e Italia. Las relaciones interpersonales son siempre relaciones de poder: poder económico, físico, intelectual, emocional, sexual… Que las fuerzas estén equilibradas y en igualdad de condiciones para que se complementen de la mejor manera posible es el objetivo por el que ha peleado la izquierda y el feminismo durante, al menos, los últimos treinta años. El texto de Foster Wallace y el espectáculo de Veronese, Jorge Bosch y Gustavo Salmerón hacen hincapié en alguna de las coartadas más frecuentes utilizadas en el combate dialéctico hombre-mujer, dentro de la relación de pareja o matrimonio y a través de un tour de force que no elude los reproches morales, el chantaje emocional, la vuelta de tuerca ni los repliegues maquiavélicos con dobleces reversibles. Para ello Veronese presenta ocho cuadros escénicos independientes que se inician y cierran con el sonido de un timbre, en un espacio en blanco con dos mesas, dos sillas y dos actores descalzos, de negro y en tejanos. El hecho de que sean hombres quienes encarnen a las mujeres actúa como un elemento distanciador importante dentro de un planteamiento interpretativo naturalista de gran intensidad, sotto voce, consiguiendo “desdramatizar” y desplazar los roles convencionales para que el foco de atención recaiga sobre la conciencia masculina. Y me parece un acierto. En el posterior coloquio a la función el director manifestó su interés en mostrar “cómo el hombre procesa el feminismo y su relación con la mujer”. Y de ahí su elección.
Ocho cuadros, ocho enfrentamientos soterrados, explícitos a veces, son el elemento protagonista de esta obra íntima y susurrada que conmueve, incomoda, desasosiega y por momentos produce rechazo y repulsión. La anulación del otro que se establece en el seno de una pareja es aquí escrutada con ironía, desgarro y afán de provocación. El acierto de Veronese consiste en no cargar las tintas y jugar la baza del efectismo, sino optar por una exposición tenue y delicada, desnuda de histrionismo. Tan sólo dos actores y las miserias de los personajes confrontados con los espectadores. El papel femenino pasa de un intérprete a otro alternativamente y sin ningún tipo de afectación ni caracterización. Es asombrosa la fragilidad y humanidad con que Jorge Bosch encarna a la mujer en el primer cuadro, “Paternal”, donde un ser manipulador y cínico arremete contra su pareja que quiere separarse. Con sólo su postura corporal y apenas unos monosílabos logra transmitir los sentimientos de esa mujer sometida. En la escena siguiente, con una crueldad propia del humor negro y mucha perversión, muestra a un individuo deforme que explota el sentimiento de culpa en las mujeres con las que se relaciona. Comportamiento que desgraciadamente todavía viene siendo habitual. En “El amante perfecto” Gustavo Salmerón cuestiona con gracia, ironía escéptica y mucho sarcasmo, todos los modelos del amante masculino y en “Radical”, una escena brutal y muy poderosa, Bosch relata en un tono sosegado, casi inaudible (quizá demasiado), una violación con tortura.
La seducción como juego, el deseo, los hombres animales versus los hombres sensibles, la violencia, la denuncia por acoso o El hombre en busca de sentido de Viktor E. Frankl, el libro superventas en EEUU citado aquí como metáfora y teoría de la resistencia, son algunos de los temas de estos Encuentros breves con hombres repulsivos, expuestos siempre de manera exquisita por un Salmerón que nos conmueve con sus prototipos de cínico manipulador, demagogo y sofista, y un no menos excelente Bosch que alterna el de mujer frágil y retorcido maltratador. Unos perfiles de psicópatas y sociópatas en las relaciones de poder que asfixian y oprimen cualquier tipo de esperanza.